Carta de P. O. Bogus a su amada, enfadada por éste haber abandonado
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una toalla mojada en el suelo   11/12/2001
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El suelo está mojado, mas no llueve.
La causa es evidente: una toalla,
obstáculo al amor! Tremenda valla
que de nuestra pasión el flúido bebe.

Mi mirar a mirarte no se atreve,
mi súplica se enfrenta a tu metralla;
yo te ofrezco la paz y tú batalla
presentas, ante pecado tan leve.

Estruendos, huracanes, cataplasmas,
abismos de rabietas turbulentas
y de malos humores, torpes miasmas,

miserias y lembranzas purulentas!
Con tu aguja-aguijón, ay! te entusiasmas
y en cosas tan pequeñas te impacientas!



Carta de P. O. Bogus a su amiga Irene, exhortándola a confiar en 
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el futuro de la Argentina, contemplando la Luna y esperando la 
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llegada salvadora de Cecilia Bolocco  11/12/2001
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Irene, ante el tronar, mira a Selene
(sabes de quién se trata, sí, es la Luna)
que sigue imperturbable, y la fortuna
de los hombres ni le va ni le viene.

Mira su rostro blanco, que entretiene
y refleja su nada en la laguna,
parece que son dos, pero son una,
como dos caras de la vida, Irene.

Días mejores vendrán, será chilena
y con alas vendrá la noble dama,
trayendo gratas nuevas, dulce y buena.

Vendrá con su belleza y con su fama,
del brazo de su amor, y en gracia plena
hará soñar al pueblo con su cama.


Carta de amor gramatical 11/12/2001
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Sinalefa de tu boca:
mi acento te quiere hiato,
entre lo altivo y lo grato
cuando tu imagen lo invoca.
Tu donaire lo provoca
y, de ordinario metódico,
ante el estímulo módico
entre una y otra broma
- metamorfosis de coma -
abandona lo prosódico.



Carta de P. O. Bogus a Ernesto, filosofando sobre las neurosis
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17/12/2001
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Algunas leves son. Otras atroces
y, de acuerdo al decir del Psicoanálisis,
más paralizadoras que parálisis,
capaces de inhibir todos los goces.

Es que para ostentar una neurosis
no hace falta otra cosa que estar vivo.
Ser histérico, fóbico, obsesivo
es ser loco pero en pequeñas dosis.

Yo, Ernesto, mansamente hipocondríaco,
ante el más simple examen de rutina,
con terror me amilano y retrocedo.

Temiendo - por mi músculo cardíaco -
al infarto, al derrame y a la angina,
más que nada le tengo miedo al miedo.